Ultimamente no tengo mucho tiempo para escribir, o muchas fuerzas, no sé... pero hace unos días una vecina y amiga le trajo a los peques un riquísimo bizcocho de limón, que me ha traido además de unas cuantas calorías un par de historias a la cabeza:
Èsta es una de las ventajas de vivir en un pueblecito, que la convivencia con los vecinos es mucho más intensa y cercana. Mis hijos lo descubrieron pronto; sobre todo Mario que desde que aprendió a andar recorría el vecindario en busca de los mejores manjares;a unos les pedía un "tosito" (trocito) de pan, a otra un "coquito" (poquito) de "tolate" (chocolate), a otros unas galletas...
En una ocasión (tendrían unos 4 años), tras una tarde entera recibiendo todo tipo de mimos y galanterías volvió a casa con las mangas llenas de miga de bizcocho y la boca de churretes de chocolate...
Mamá:- ¿y tú vas a cenar ahora?...¡si no has parado de comer!
Mario:-¡ claro mami...si no me han dado nada de comer!
Mamá:- ¡Pero cómo que no! ¡si llevas la cara llena de chocolate!
Mario:- No si digo....que no me han dado nada de comer....eehhhh, ummmm.... calentito
Pero esa no fue la primera (ni la última) vez que Mario deja claro las diferencias entre merendola, picoteo y alimentación en condiciones...
El año anterior, después de ver la cabalgata de Reyes fuimos a casa de mi hermana a la merienda-cena que suelen tener esa noche y que consiste en un riquísimo chocolate caliente con roscón casero. Mario se puso las botas, comiendo y buscando sorpresas del roscón, y al terminar le dice a su tia:
Mario:- ¿y aqui...cuando cenamos?
Su tia:- pero si ya lo has hecho....el roscón con chocolate era la cena...
Mario:- (aparentemente muuuy indignado) ¿cómo?...pero...pero...si eso no es cena....cena es.....no zé.... forifo (chorizo) o así...
Genio y figura...todavía hoy sigue intentando sacar partido a las despensas:
- ¿puedo algo?
- Claro, tienes cereales, fruta, galletas...
- No si yo decía, algo...de fuet o eso
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