martes, 15 de noviembre de 2011

Porque nosotros también fuimos niños

Nos encantan las ocurrencias de nuestros hijos, eso lo tenemos claro, el por qué es quizá ya una cuestión más debatible; unas veces nos parecen genialidades, propias de pequeños Einsteins, que nos hacen sentirnos orgullosos, porque, egocéntricos que somos, creemos que tenemos algo que ver con ello; otras nos asustan porque no sabemos de dónde se han sacado esta o aquella mala idea, y entonces por supuesto le echamos la culpa al entorno, los amigos o la sociedad; Ultimamente no me decanto ni por una ni por otra opción, lo mio es más bien puro egoísmo...me parto con ellos, me río de ellos, no con ellos, simplemente me divierten...
Y como ultimamente estoy más blandita, en su honor y para no reirme, tanto de ellos, quiero recordar algunas de las historias que se contaban en casa de mis hermanos mayores, que también hay unas cuantas...Porque, aunque a veces se nos olvide, nosotros también fuimos niños:


Manolo (entonces 6, hoy….puf….más de “tiseis”) :- En el pueblo, veraneando … después de haber ido a ver cómo ordeñaban a las vacas, llega corriendo a casa emocionado :

Manolo :-Mamaaaaá, mamaaaaá ¡ Ya sé de dónde sale la leche! ¡ qué no sale de la botella! ¡ que sale de unos dedos muu gordos que tienen las vacas en la tripa!

 Y siguiendo con el fiera...

Operándolo de amígdalas, de repente sale el cirujano, y mi madre preocupada se acerca corriendo:

Mamá: - ¿Pasa algo doctor?¿Hay algún problema?

Doctor: - No señora, nada grave, pero su hijo dice que no abre la boca si no le doy una moneda…
                ¡ y no llevo cambio…!

Ni que decir tiene que  llegó a economista….

Con unos doce años. Rubiete matador, ojazos de niño bueno y, como dicen por el sur, "de gastar poca tela"  porque aún no había dado el estirón apartentaba algunos años menos... Mi padre les había regalado un billete de un dólar tras un viaje por EE.UU., y él con su carita de nene bueno, ni corto ni perezoso se fue a la sucursal del Banco del barrio:

Manolo - ¿El Sr. Director, por favor?

Cajera:- Dime guapo, ¿qué quieres?

Manolo:- Hablar con el Sr. Director, si puede ser, por favor

Cajera:- Pues es que está muy ocupado, ¿Te puedo ayudar yo?

Manolo:- No creo, pero gracias por preguntar, ¿podría ir a ver si me recibe, por favor?

La cajera divertida con la insistencia del mengajo, se acerca al despacho del Sr. Director e informa de su visita. El director, extrañado, sale a atenderle, que muy serio y formal, le presenta el dólar y dice:

- Verá señor, es que había pensado en su banco para “ hacer una inversión….”

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