Cuando anoche pensaba en
cómo enfocar este post no acababa de encontrar el modo. Pensé empezar disculpándome por la larga
ausencia de entradas, que ya me vale, que no encontrar un hueco no es estar
ocupada, sino dejadez, que ya está bien, como si mi vida fuera tan interesante
y ocupada que no hay ni un minuto para dedicar a los recuerdos de mis niños...
en fin, ya sabéis, toda una retahíla de autoinculpación, pero no me convencía; me estoy reconciliando conmigo misma y no quería volver a las andadas
de lo que hago mal o regular.
También pensé empezar hablando de la filosofía
Zen, del ser un todo con el universo y la buena práctica de la meditación, la
generosidad con el prójimo y el fluir de los buenos pensamientos. Lo tengo muy
presente últimamente, pero, para ser sincera, aunque comparto muchas ideas de
esta filosofía, convertirme en piedra “antideseos” y levitar mientras medito
sobre un lecho de nieve helada no es lo mío. Yo soy más bien de un fluir de
andar por casa, en plan: "fluir mola, pero mucho más si es con un bolso nuevo". Y claro uno no puede
convencer a nadie si no está convencido uno mismo.
La tercera opción iba
enfocada al ya manido tema de “ qué mayores están mis niños”; ya sabéis, van
creciendo y se acaban las películas de dibujos, las princesas y los
superhéroes con capa y mallas, y tenemos
que aprender a compartir otros momentos con ellos... No me apetecía mucho
empezar así, pero por ahí van los tiros...
... teníamos sesión de
cine familiar, palomitas, mantas y sillones compartidos disfrutando, unos más que otros, las “Crónicas
de Narnia”, que para quienes tenéis hijos mucho más pequeños, aún en fase
Disney , o mucho más mayores, del tipo “
mis viejos son unos carcas, yo me voy a la calle a fluir”, os explico: es una mezcla entre Harry Potter, Piratas del Caribe
y El Quijote. Si de los dos primeros seguís sin saber de qué van, haceros a la
idea de aventuras fantásticas, entremezclando realidad y fantasía donde los
molinos pueden ser gigantes y los gigantes los mejores amigos... Pues en esas
estábamos, viendo la peli con Mario y Paula ( 10 años), cuando una suerte de
maldad terrible se cernía sobre los protas, de manera que sus deseos más
íntimos podían traicionarles hasta convertirse en la peor de sus pesadillas...
... y aquí fue cuando yo,
como buena madre que se precia, intenté meter la cuña publicitaria y ni corta
ni perezosa dije ( quién me mandaría!):
Yo:- Véis... es que hay
que tener mucho cuidado con lo que se desea. Siempre es mucho mejor ser feliz
con lo que se tiene que desear continuamente lo que no podemos tener...
( lo
sé, ni con música de violines me habría quedado más cursi... cosas de madres)
... A lo que Mario, mi
niño, el que está creciendo, el que me hace sonreir cuando menos me lo espero
dijo:
Mario:- Bueno... YO YA
TENGO TODO LO QUE DESEO...
( lo pongo en mayúsculas
porque la frase lo merece, ¡¡¡¡que no se diga!!!)
... quienes hayais
llorado de emoción en una función de fin de curso sabiendo que vuestro peque
era el abeto más bonito de tooodo el cole, que digo yo, del mundo entero;
quienes podéis presumir de que vuestro hijo de tres años sabe decir “hola” en
12 idiomas, incluyendo el esperanto y aquellos que presumÍs de que puede
deletrear “supercalifragilisticoespialidoso” sin tartamudear, entenderéis
perfectamente la sensación de absoluto
orgullo que mi hijo me regaló con esa sencilla frase.
Orgullosa del trabajo de los últimos 10 años,
oteando “la luz al final del túnel”, y sabiendo que el trabajo bien hecho tiene
su recompensa...
Nuestros hijos, que nos
llevan hasta los más alto, haciéndonos sentir los mejores padres del mundo... y
que el minuto siguiente, nos devuelven a la realidad, cuando, en esa función
del cole, con el mejor disfraz de abeto habido nunca, son capaces de sacarse un
moco delante de 200 personas y gritar : “maaaaamiiiii... mira qué grande!!!!”
... o después de esa
maravillosa sentencia :- Yo ya tengo todo lo que deseo... siguen como si tal
cosa...
-
. - Tengo el
machete que me regaló el abuelo, y mis lego de Star Wars, y mis navajas....
( Tras lo cual ... no quedó
más remedio que ir a preparar algunas palomitas más... no fuera a ser que el
niño también las deseara y no las tuviera!!!!)
La verdad, me encanta
compartir nuevas cosas con ellos, nuevas aficiones, nuevas pelis, nuevos
juegos... pero, por favor... que no crezcan!!!!